Ocurrio el 22 de junio de 1977.
De nuevo los asesinos de ETA demostraron su mafiosa cobardia asesinando a Javier Ybarra y Bergé, después de tenerlo secuestrado durante un mes.
Ybarra jamas le hizo a nadie el menor daño.
Ya en aquella época viviamos en democracia, pero ETA necesitaba que todos supiésemos que eran asesinos y que no les importaba que nadie estuviese de acuerdo con ellos.
ETA siempre quiso dirigir, por la fuerza, los destinos de España.
ETA nunca quiso saber nada de democracia. A ETA siempre le gustó matar a gente indefensa.
Sin duda debieron disfrutar mucho asesinando a Ybarra, después de atarle bien las manos a la espalda.