Hoy quiero reproducir aqui el post publicado el pasado dia 24 de septiembre en su blog, D. Ernesto Perez Vera, un gran profesional del cual recomiendo leer su libro «En la linea de fuego, realidad de los enfrentamientos armados».
Magnifico servicio el de la detención del pederasta de Ciudad Lineal (Madrid). Importante investigación. Pero me sorprende cómo los periodistas y ciudadanos valoran la detención física del sujeto, el arresto. El “¡ven para acá, cabrón, que ya te tenemos!”. Dicen estos legos, vanagloriándose por ser los primeros en mostrar las imágenes en la televisión, que “dada la enorme corpulencia física del individuo, que es luchador de artes marciales y culturista, han debido ser agentes especiales del GEO los que, por sorpresa, entraran en su casa a las siete de la mañana, para evitar males mayores”. Siguen diciendo: “Han tenido que ser cuatro o cinco geos quienes inmovilizaran y redujeran al pedófilo, pues se ha resistido con energía a la actuación de los funcionarios”.
Bien, hasta ahí todo perfecto. Todo se ha hecho como se tiene que hacer cuando se puede planificar detalladamente una intervención. Pero me indigno cuando en las pantallas y en los micrófonos se despelleja a los agentes convencionales que se emplean a fondo contra sujetos que, como poco, se resisten igual que el cerdo este. Hablamos de esos vídeos en los que aparecen polis que no son geos y que van de dos en dos sin mayores medios, información ni instrucción específica. ¿Por qué se ve con buenos ojos que cinco compañeros de operaciones especiales (esto implica máxima formación) se tiren encima de un malo, y con malos ojos que lo hagan cinco patrulleros normales y corrientes? ¿Qué hace pensar a nadie que los guardias de la porra cuentan con adiestramiento, medios materiales especiales y apoyos humanos inmediatos, amén de información sobre el momento oportuno para realizar la captura? Esto no es así nunca, cuando hablamos de funcionarios pateadores de aceras. El policía que ahora mismo está poniendo una multa en la esquina de tu casa (de la tuya), dentro de un rato podría estar, solito o con otro compañero, entrando en una casa en llamas. Pero también podría estar, y esto es muy pero que muy frecuente, tratando de detener a un hombre que le dobla en envergadura y mala leche. Un drogado puesto de cocaína hasta las cejas, ¿te suena? Este funcionario, el de la multa, ni es del GEO, ni entrena diariamente, ni lleva una cámara que filme la actuación para cubrirse de cara a la opinión pública y ante el de la toga, ni ha estado una semana planeando cómo, cuándo, cuántos y adónde ejecutar el arresto. No quito méritos a nadie, pero el peso más jodido en esta guerra contra el mal lo llevan sobre sus hombros hombres y mujeres normales como los que podemos ver ahora mismo por la ventana.
Ruego un poco de más respeto y objetividad cuando nos pronunciemos sobre esos policías que van en moto, a pie o en coches patrulla. Esos que ves todos los días en las inmediaciones de los colegios y mercados. Sí, esa amplia y extendida especie animal uniformada a la que tantos escupen antes y después de que nos hayan ayudado en accidentes, riñas, robos, incendios, inundaciones, etc. Esos señores, también señoras, quieren irse a casa con los deberes hechos y sin nada pendiente. Son currantes que, aunque no quieras verlo (va por ti), te van a ayudar pese a que les provocas asco. Levanta la mano, pide ayuda… y allí estarán aunque no tengan ganas de verte el careto. ¡Prueba, verás! Pues ese que ayer te puso una multa, y del que dijiste que era un chulo aunque te pillara con el coche mal estacionado y fumándote un porro, podría estar en estos momentos tirado en el suelo luchando con un gigante de 130 kilos. No es de operaciones especiales y va ‘solipé’ en una moto, tal vez con otro policía más en el asiento contiguo. Hace cinco minutos desconocía que tendría que lidiar un toro bípedo. No lleva una grabadora para ser usada como soporte de prueba ante nadie. No va al gimnasio todas las mañanas, porque la ley no se lo exige. Pero si no puede controlar al bestia de más de cien kilos lo tildarás de mierda. Y si pide apoyo a otros como él, actuando en grupo de cuatro como los del GEO, lo definirás como agresivo y violento. También como inútil por no conseguir él solito la reducción y el engrilletamiento. Pero como quienes rajáis sois supinos ignorantes, os ilustraré: no hace falta ser grande y fuerte para poner difícil la detención a cinco policías, aunque estos sí sean corpulentos. Las películas son solo eso, películas, pero por desgracia entre los nuestros hay mucho peliculero que cree que podrá hacer eso que en realidad nunca ha hecho.