El sacamantecas al igual que otros personajes de la cultura popular como el hombre del saco u otros, han servido para atemorizar a los niños durante muchos años, pero cuando la ficción se convierte en la realidad, muchas veces a través del boca a boca de las gentes de los pueblos, el terror puede llegar a amedrantar poblaciones enteras.
El sacamantecas se ha convertido en un personaje utilizado para causar miedo en los niños durante los últimos ciento cincuenta años, aunque en realidad la clasificación correcta de este delincuente es la de violador y asesino en serie ya los destripamientos confesados por él, solo se producen al objeto de intentar alejar de si las posibles sospechas, ya que en aquellos tiempos se habían producido más asesinatos con evisceración de las víctimas.
Para entender el siguiente caso debemos tener en cuenta el contexto histórico del que vamos a hablar, nos encontramos en el último tercio del siglo XIX, en un país con un porcentaje analfabetismo medio de 61,30% del total de la sociedad (1). El propio autor de los crímenes que relatamos a continuación era analfabeto, España estaba inmersa en la penuria económica tras la finalización de las guerras carlistas que se cebaron sobre todo con el norte de España, zona que había apoyado las tesis de los perdedores de las citadas contiendas.
Es en medio de este ambiente cuando el 17 de octubre de 1821 nació en Eguilaz (Álava) Juan Díaz de Garayo y Ruiz de Argandoña, alias zurrumbón, desde muy niño sus padres, labradores de profesión, le pusieron a trabajar de criado en los pueblos de la comarca.
Estando trabajando en casa de un herrero, en 1850, tuvo conocimiento por una amiga que una mujer llamada Antonia Berrosteguietahabía quedado viuda en Vitoria, la cual disponía de algunas tierras de labranza y que según las costumbres de la época le era muy necesario casarse de nuevo con un hombre entendido en las labores del campo.
Se presentó ante ella ofreciéndose como criado, llegando a casarse con ella en 1850, esto produjo que el apodo por el que se conocía a su ahora esposa, Zurrumbona, apodo que le venía de su primer marido, se trasladase a él mismo conociéndosele por el mismo desde ese momento. Con esta mujer estuvo casado durante trece años y tuvo cinco hijos, aunque solo sobrevivieron tres, cuando fallece la mujer en 1863 es cuando su comportamiento cambia.
Contrajo posteriormente nupcias, una tras otra, con otras tres mujeres, la segunda y tercera mujer fallecieron al poco tiempo de casarse con él por diferentes motivos, sin embargo, con todas ellas las riñas fueron constantes, Juan en sus declaraciones acusa a las mismas de dilapidar el dinero y gastárselo en vino, llegando sus hijos a salir de casa incluso como vagabundos con tal de salir de aquel lugar.
La única que le sobrevive es su cuarta mujer, Juana Ibisate, una mujer con la que contrajo nupcias solo un mes después de la muerte de la tercera, y como ya hemos dicho, tenía fuertes discusiones con ella acusándose mutuamente de dilapidar el dinero, estas discusiones se produjeron entre ambos esposos incluso delante de los Guardias, con Juan ya detenido
Juan Díaz de Garayo era una persona fácilmente reconocible debido a que tenía una cicatriz bajo las cejas y era estrábico del ojo derecho, sin embargo, consiguió eludir la acción de la justicia durante casi diez años.
Su primer asesinato se produce el 2 de abril de 1870, y se produce por una discusión con una prostituta apodada la valdegoviesaa raíz del precio del servicio, ahogándola en un arroyo próximo al lugar donde se encontraban a las afueras de Vitoria, algunos autores expresan que la violó una vez muerta.
Casi un año después, el 12 de marzo de 1871, se encontró con A.S., aliasla riojana, esposa de un hombre que se hallaba en prisión y que por ese motivo se veía obligada a prostituirse con la que, tras discutir también por el precio de las relaciones sexuales, la violó y estranguló.
Marchando por el camino que iba desde Vitoria a Gamarra Mayor el 21 de agosto de 1872, paso al lado de una joven criada de 13 años a la que agarro del cuello dejándola inconsciente, tras ello la violó y acabo de estrangularla, dada la juventud de su víctima este asesinato ocasionó una gran alarma social en la zona.
No obstante, una semana después, el 29 de agosto de 1872, y pese a esa alarma social, en la salida de Vitoria por la zona llamada de la Zumaquera, violó y asesinó a una prostituta de 23 años a la que apodaban la morenaclavándola en el corazón una aguja que utilizaba la propia víctima para sujetarse el pelo, Por este crimen se detuvo a un soldado, pero tras las indagaciones oportunas y, ante la falta de pruebas fue puesto en libertad.
Su quinto ataque se produjo en las proximidades de un polvorín del ejército, ubicado en la zona de Errekatxiki junto a un arroyo del mismo nombre y sucedió un año después, en agosto de 1873, tras tener relaciones con otra prostituta, intento estrangularla, sin embargo, sus gritos alertaron a la guardia del acuartelamiento que acudieron a socorrerla por lo que Juan se dio a la huida sin llegar a matarla. Sin embargo, tampoco lograron capturarlo.
En junio de 1874, en la misma zona en la que mató la morena dos años antes, ataco a una mujer de avanzada edad que se dedicaba a la mendicidad pero que al intentar Juan forzarla se resistió gritando, acudiendo en su auxilio otras mujeres, y este huyo. La mujer que lo conocía no lo denuncio.
El 2 de enero de 1878, en Mendiola, a poco más de siete kilómetros de Vitoria, apareció una mujer destripada con profundos cortes de arma blanca en el pecho e incluso, una mano cortada, y aunque este asesinato se le ha atribuido a Juan Díaz de Garayo, jamás fue reconocido por él.
Un mes después, el 28 de febrero de 1878 en Vitoria, una niña de 11 años fue atacada en su propio domicilio por un hombre que la violó y produjo posteriormente graves heridas con arma blanca en el vientre, su madre logro hacer huir a su agresor. Y la niña falleció pocos días después, su madre reconoció como autor a un hombre de 75 años, que fue ejecutado el 19 de mayo de 1880, se desconoce la mujer asesinada en Mendiola era otra víctima de este asesino, Juan negó siempre ser también el autor de este suceso, pero algunas fuentes se lo imputan.
Su siguiente agresión, realizada el 1 de noviembre de 1878 dio con los huesos de Juan en la cárcel al intentar agredir sexualmente a una molinera, ya que esta consiguió zafarse de él, se le condeno a dos meses de cárcel, pero no se sospechó de él por los otros hechos antes descritos.
Su décima víctima fue una mujer de avanzada edad a la que intentó agredir sexualmente el 25 de agosto de 1879 en las proximidades de Vitoria, sin embargo, la mujer se defendió golpeándole en los testículos, Juan huyo a Vizcaya, mandando a su mujer a que ofreciese una indemnización muy elevada para aquella época, 20 pesetas a condición de que no le denunciase
Una vez se aseguró de que la mujer anterior no iba a denunciarle, se puso en camino a Vitoria y menos de quince días después, el 7 de septiembre de 1879, cerca de Murguía caminaba en la misma dirección que una criada, la alcanzo proponiéndola relaciones sexuales, pero como esta se negó, la realizo varios cortes en el pecho y en el vientre, escondiendo el cadáver en las proximidades.
El duodécimo y último asesinato de Juan Díaz de Garayo se produjo cerca de Araca al día siguiente, en este momento se puede decir que ya no dominaba sus instintos, se cruzó con una mujer de 55 años, a la que también propuso tener sexo, sin conseguirlo, al final la ahorco con su propio delantal para posteriormente destriparla, según declaró para alejar las sospechas de su persona. Varios autores de la época aseguran la existencia de otros asesinos que podrían dar la razón al propio Díaz de Garayo, en el sentido de que había otro asesino destripador y que lo que pretendía era alejar de si las sospechas, Los hechos relatados anteriormente sucedidos el 2 de enero y 28 de febrero de 1878 también le dan la razón.
A estas alturas todos los medios de los que se disponían estaban intentando dar con el autor de semejantes atrocidades, el Cabo Comandante de Puesto de Murguía tomó declaración a un joven que manifestó haber visto a Díaz de Garayo en compañía de la última de las víctimas, a la vez que se descubría el pago de las 20 pesetas a la anciana anteriormente citado, con todos esos datos el Juez de 1ª Instancia ordenó su detención, es el 21 de septiembre de 1879 cuando regresa a Vitoria y uno de los aguaciles de la ciudad le detiene.
Aunque tardó varios días en venirse abajo, al final confeso los hechos relatados, durante el proceso solo dos personas lo visitaron su hija y su última esposa.
En el momento en el que era juzgado, se había extendido por toda Europa nuevas teorías criminológicas como la corriente antropológica del delincuente cuyo máximos exponentes son el médico Cesare Lombroso, el penalista Enrico Ferri y el magistrado Raffaele Garofalo entre otros, lo que motivó que fuese examinado por numerosos médicos y especialistas, sin embargo en la declaración del director del manicomio provincial de Toledo dictaminó que “Juan Díaz de Garayo era un imbécil, que los hechos juzgados fueron ejecutados bajo la influencia de una locura parcial o monomanía de accesos intermitentes, con largos periodos pseudo-lucidos”
Fue condenado a dos sentencias de muerte, y recurrido hasta el Tribunal Supremos que ordeno la ejecución de la Sentencia, finalmente Juan Díaz de Garayo y Ruiz de Argandoña fue ejecutado mediante garrote vil el 11 de mayo de 1881 en Vitoria.
1- Federico Olóriz “El analfabetismo en España” 1900 expresa que los españoles de edades entre 10 y 35años el analfabetismo era del 57,2%, mientras que entre 35 y 65 años llegaba al 65,4%.
Fuentes:
- Maqueda Abreu, Fabiola (1985). Garayo, el sacamantecas Vitoriano, historia de una causa célebre del siglo XIX. Diputación Provincial de Álava.
- R.B. de B. (1881). El sacamantecas, su retrato y sus crímenes. Establecimiento tipográfico de la viuda e hijos de Iturbe.
- Sentencia del Juzgado de 1ª Instancia de Vitoria contra Juan Díaz de Garayo y López de Argandoña (a) Zurrumbón sobre robo y homicidio de fecha 11 de noviembre de 1879 dictada por el Sr. Juez D. José Antonio Parada y Megía.
El presente artículo fue publicado en la revista “Quadernos de Criminologia – QdC” nº 40 y esta indexado dentro de las revistas científicas en Dialnet en esta dirección web.