La revista «Quadernos de Criminología» inició en su número 33, una nueva sección que se titúla «Quilers de QdC» que tengo el honor de escribir, en cada artículo intentare acercar al público la persona de un asesino en serie , hoy esta dedicado a José Antonio Rodríguez Vega «El mataviejas».
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José Antonio Rodríguez Vega, Santander 03/12/57-Salamanca 24/10/2002, es el asesino en serie español al que más muertes se le han logrado atribuir fehacientemente. Fue conocido en primer lugar como el “violador de la moto”, durante la investigación que llevó a su detención como el autor de los «crímenes del albañil» y posteriormente la prensa le bautizó como «el mataviejas».
Este asesino tiene una carrera ascendente en la que podemos observar como sus delitos van de menos a más hasta llegar a convertirse en el asesino en serie más prolífico de la historia de España.
José Antonio era un individuo con una fijación especial con su madre, una persona muy dominante a la que odiaba, tenía miedo y deseaba sexualmente. Los psiquiatras que lo trataron están convencidos de que fue un niño que sufrió malos tratos por parte de ella, según las declaraciones que realizó en medios de prensa. Una vez en prisión llego a decir «Todos los hombres han sentido alguna vez deseos de violar a su madre», una relación de amor-odio que marco su vida.
La Sentencia que lo condena expresa textualmente «…con infancia difícil, que siente rechazo a su familia, especialmente a su madre, con dificultad para establecer relaciones con los demás, y presenta una personalidad psicopática desalmada, caracterizada por un embotamiento afectivo y carente de sentimientos, y una perversión sexual múltiple, que le origina anomalías sexuales,..» al mismo tiempo que continua afirmando que los delitos que cometía “lo hacía captando la atención y simpatía de mujeres ancianas que vivían solas”.
Se casó a los 18 años, después de dejar embarazada a su novia Socorro, con la que tuvo un hijo. Sin embargo, a los pocos meses de su boda, fue detenido acusado de un delito de violación consumada y tres en grado de tentativa y lesiones. En ese tiempo era conocido como el “violador de la moto” por utilizar ese medio de huida después de las agresiones sexuales que cometía tapado con un pasamontañas y fue condenado a veintisiete años de cárcel en abril de 1979.
El código penal de 1973 castigaba el delito de violación solo a instancia de parte y permitía a la víctima perdonar a su agresor, así pues, José Antonio escribió varias cartas a sus víctimas pidiéndoles su clemencia, con la ayuda de su madre, la cual llego a entrevistarse con ellas en varias ocasiones, solicitando también el favor para su hijo. Actualmente es impensable que una víctima de violación tenga más relación con su atacante pero, en ese momento, no solo tuvieron contacto con su agresor sexual sino que este, usando unos encantos que, todos los que han hablado con Rodríguez Vega dicen que tenía, aparte de calificarlo como una persona bien parecida y que inspiraba confianza, obtuvo el perdón de todas ellas menos una, lo que unido al buen comportamiento en prisión de José Antonio, hizo que solo permaneciese en la carcel ocho años, saliendo en libertad en noviembre de 1986.
Tras abandonar el centro penitenciario se encuentra con que su mujer se ha separado de él y que ella y su hijo han trasladado su residencia a Barcelona. Al ser una persona agraciada físicamente no tardo en empezar otra relación con una mujer llamada Nieves, que padecía epilepsia. En principio intentó volver a residir con sus padres pero, aunque José Antonio siempre declaró que su madre lo había echado de casa tras golpear a su padre, que en esos momentos tenía una enfermedad terminal, la propia madre declaró que no había consentido que viviese su hijo en casa con Nieves al estar esta soltera.
José Antonio y Nieves alquilaron un piso en la calle Cobo de la Torre número 2 de Santander. Un lugar que al finalizar la investigación se convertiría en la casa personal de los horrores del mataviejas.
Al salir de prisión comienza su carrera criminal. Empieza a trabajar vendiendo seguros para televisores y ofreciéndose para reparaciones de albañilería y chapuzas de menor entidad, de esta forma se acercaba a sus víctimas, todas ellas de avanzada edad que vivían solas, ganándose la confianza de las ancianas de las que estudiaba sus costumbres de forma exhaustiva, su conducta queda descrita por Robert Ressler como asesino en serie organizado. El primer asesinato realizado por José Antonio se produjo solo a los cinco meses de salir en libertad.
No solo las estudiaba pormenorizadamente, sino que seguía un patrón establecido. Una vez tenía su confianza, en alguna de las vistitas que les hacía, las agredía tapándoles la boca y la nariz, lo que unido a las grandes manos que poseía y la poca capacidad de resistencia que tenían las mujeres objeto de su deseo, (la más joven a la que agredió tenía 61 años y la más longeva 93), les ocasionaba la muerte por asfixia o edema pulmonar y paro cardiaco sin prácticamente dejar señales de violencia en sus víctimas. Debido a eso y a la avanzada edad de las víctimas, varias de ellas fueron enterradas sin realizar siquiera la autopsia y, de otras, pese a realizarse se decretó muerte natural.
Una vez vencida la resistencia de estas mujeres y de haberles provocado la muerte, abusaba sexualmente de ellas, se avergonzaba de los hechos cometidos y está comprobado que pasaba varias horas con las victimas jugando y lamiendo los genitales, aunque en raras ocasiones llegaba a consumar la penetración.
Después de satisfechos sus instintos, les ponía la bata, abrochándosela hasta arriba y las metía en la cama colocándolas con los brazos cruzados sobre el pecho para después taparlas perfectamente con la ropa de cama.
Para finalizar robaba en la vivienda llevándose cosas de relativo valor y objetos sin importancia a modo de trofeo o souvenir.
El inicio de la investigación se produce tras el descubrimiento del cadáver de Margarita González Sánchez, de 82 años de edad, el l6 de agosto de 1987, que había fallecido 10 días antes, en su domicilio sito en la C/ de la Roca, en Santander, a la que hallaron en la cama, vestida según los testigos como “para salir de paseo” pero sin bragas, y a la que se tapó la boca y la nariz con tanta fuerza que no solo le produjo la asfixia sino que esta se tragase su propia dentadura postiza.
Como luego se supo, esta mujer no era su primera víctima, hubo otras dos anteriores que pasaron desapercibidas. A la primera Victoria Rodríguez Morales, de 61 años y fallecida el 15 de abril de 1987, José Antonio la asesinó después de tener relaciones sexuales, esta vez consentidas, debido a que la víctima se dedicaba a la prostitución.
Sin embargo, fue la muerte de Julia Paz Fernández – de 71 años, fallecida el 19 de abril de 1988, un año después de la primera, en la localidad de Muriegas, apenas a siete kilómetros de Santander-, quien se resistió a su asesino, lo cual le produjo bastantes señales de lucha, la que dio las pistas sobre la autoría de José Antonio Rodríguez Vega como autor de los crímenes al encontrarse en la casa de la víctima la tarjeta de visita de este como albañil y tras la investigación se averiguó que había colocado una puerta de seguridad en el domicilio de la anciana. Más adelante se constató que había colocado puertas de seguridad en casa de varias mujeres cuyo fallecimiento había ocurrido en circunstancias similares.
Esa tarjeta, llevó a los investigadores de la Guardia Civil que se ocuparon de este último caso a conocer que había sido condenado previamente por varios delitos sexuales y a revisar los casos anteriores. Se procedió a realizar un seguimiento de José Antonio que duró veintiocho días, un servicio perfectamente coordinado entre la Policía y la Guardia Civil, que culmino el 19 mayo de 1988 con su detención.
Durante los primeros días tras ser detenido va aumentando el número de víctimas, en principio tres, más tarde nueve y tras el registro que se efectúa en el domicilio que compartía con su compañera sentimental, se encontró una habitación pintada de rojo en la que, entre muchas cosas de ese color se hallaron numerosos objetos que Rodríguez Vega se había ido llevando de los lugares donde había agredido sexualmente y asesinado a sus víctimas, como alianzas, televisores, pendientes, platos de porcelana y hasta flores de plástico que pertenecían a las ancianas.
Presentada una filmación de la habitación y de los objetos que en ella se hallaban a familiares de las ancianas fallecidas por asfixia en Santander durante aquel año, estos reconocen muchos de ellos y se pueden identificar hasta dieciséis víctimas, no obstante, aun hoy existen casi una treintena de objetos de los cuales se desconoce su titularidad, motivo por el cual es muy posible que a sus dieciséis victimas conocidas haya que añadir bastantes más.
A José Antonio Rodríguez Vega se le juzgó en Santander y fue condenado en total a mas de cuatrocientos cuarenta años de prisión, por dieciséis delitos de asesinato y nueve delitos de abusos deshonestos. Durante el juicio llego a mostrarse como un auténtico divo y no mostró arrepentimiento en ningún momento, llegando incluso a amenazar al psiquiatra García Andrade con asesinarlo tanto a él como a su propia madre cuando saliese de prisión. Durante el juicio expuso que actuaba movido por un sentimiento de odio hacia su suegra y hacia su madre.
Pasó por diversas carceles, empezó a estudiar Derecho, en Carabanchel coincidió con otro celebre asesino en serie, Manuel Delgado Villegas, conocido como “el Arropiero”, con el que llego a tener cierta relación de amistad-competencia, presumiendo cuál de ambos había asesinado a más personas.
El 23 de octubre de 2002, cuando solo le quedan cuatro años para salir en libertad – el Código Penal existente en ese momento únicamente permitía estar treinta años ingresado en prisión -, fue trasladado al centro penitenciario de Topas en Salamanca, desde la cárcel de Almería e ingresó en la tercera galería, destinada a los presos más peligrosos, los llamados FIES, pese a que nunca había provocado ningún problema. Esos presos solo salían al patio de la prisión en grupos de cuatro.
Al día siguiente salió al patio en compañía de Enrique Valle González, alias «Zanahorio», Daniel Rodríguez Ovelleiro y Felipe Martínez Gallego, tres de esos delincuentes más peligrosos.
José Antonio tenía fama de chivato ya que en el penal de Ocaña avisó de la fuga de un recluso por conseguir prebendas.
A las 11,15 Felipe Martínez Gallego golpea a Rodríguez Vega con una piedra metida en un calcetín, posteriormente Enrique Valle González y Daniel Rodríguez Ovelleiro con unos pinchos, le sacaron los ojos e incluso masa encefálica. Enrique, tras sentarse encima del pecho, continua apuñalándolo en el mismo con el picho agarrado con las dos manos hasta completar 89 puñaladas. Por estos hechos fueron condenados a 13 años de prisión, Felipe solo a cinco, aunque este último también murió en prisión poco tiempo después.
Al entierro de José Antonio Rodríguez Vega, solo acudieron los dos enterradores que tenían la obligación de cavar la fosa común donde reposan sus restos. Nadie reclamó su cuerpo.
FECHA | NOMBRE | EDAD | SOUVENIR |
15-04-87 | Victoria Rodríguez Morales | 61 |
Un par pendientes, un reloj, dos vestidos, dos faldas, una bata y un jersey y 22.000 ptas. |
11-07-87 | Simona Salas Menéndez | 83 |
Un San Pancracio, una Virgen con niño, un calzador, dos muñecas y 30.000 ptas. |
05-08-87 | Margarita González Sánchez | 82 | Una televisión marca Telefunken, un reloj de caballero, un anillo y 30.000 ptas. |
17-09-87 | Josefina López Gutiérrez del Anillo | 86 |
Un transistor marca Philips y un reloj de cocina y 6.000 ptas. |
30-09-87 | Manuela González Fernández | 81 |
Un reloj marca Thermidor, una alianza de oro, una cadena con medalla, y el DNI de la víctima. |
07-10-87 | Josefina Martínez | 84 |
Una televisión, un radio-cassette y una alianza de matrimonio. |
30-10-87 | Natividad Robledo Espinosa | 66 |
Una televisión, tres jarritas de cerámica, dos alianzas y un par de pendientes y 15.000 ptas. |
16-12-87 | Catalina Fernández | 93 | Una sortija dorada, un colgante de tres vueltas y una cadena dorada y 10.000 ptas. |
31-12-87 | María Isabel Fernández | 79 |
Dos alianzas de oro |
05-01-88 | María Landazabal | 78 |
Un portatenedores, un abanico y un llavero con la imagen de la Virgen |
20-01-88 | Carmen Martínez González | 65 |
Una sortija con piedra azul y un lazo con medalla de la Virgen |
11-02-88 | Engracia González Aranada | 78 |
Dos llaveros y un billetero con 15.000 pts. |
23-02-88 | Josefa Quirós Llanos | 82 |
Un termómetro, un barómetro y un plato con la efigie del Papa Pablo VI y 10.000 ptas. |
15-03-88 | Florinda Fernández Valliciervo | 85 |
Según Sentencia, escucho ruidos en la escalera y huyo sin llevarse nada. |
02-04-88 | Serena Ángeles Soto Argüelles |
85 |
Un reloj |
19-04-88 | Julia Paz Fernández | 70 |
Un espejo, una figura de la Virgen de Lourdes, una agenda con bolígrafo y 3.000 ptas. |