La criminología ha avanzado mucho en los últimos 150 años, mucho más que en el resto de la Historia de la humanidad, desde que en 1876 Cesare Lombroso publicase “L’uomo delinquente” los avances han surgido de manera exponencial.
También los métodos de identificación actuales, han avanzado considerablemente, desde que Alphonse Bertillon identificase al primer criminal utilizando su sistema de medidas antropométricas. Siempre me he preguntado cómo se identificaba a los delincuentes antes de la invención de la cámara fotográfica y lo difícil que era su catalogación y búsqueda antes de existir los modernos medios de identificación.
Hoy en día son de sobra conocidos los métodos de identificación más usuales como la huella dactilar, huella palmar o plantar y los no tan usuales y llegados al abrigo de las nuevas tecnologías como son el reconocimiento de voz, las características del iris o el ADN.
Pocos son los criminólogos o científicos españoles que han aportado algo a esta joven ciencia, en este momento me vienen a la memoria los casos de Federico Oloriz Aguilera, creador del sistema de formulación de huellas dactilares utilizado en muchos países y del profesor Vicente Garrido cuya aportación a la psicología criminal, la violencia contra menores y la violencia contra la mujer han sido excepcionales pero, es precisamente en el apartado de los estudios sobre identificación donde en los últimos tiempos se ha producido el estudio en profundidad de uno de los elementos que aunque conocido desde la antigüedad, no se había producido hasta la fecha y además ha sido realizado por un criminólogo español, fundador de la Sociedad Española de criminologia y Ciencias Forenses, Aitor Curiel, en este caso me refiero al otograma, también denominado la huella de oreja. Tales son los conocimientos del anteriormente citado que ha sido llamado por el F.B.I. de Estados Unidos para impartir clases en su Academia sobre este tema.
La multitud de formas y características de la oreja ha sido suficiente para considerar que difícilmente podrán encontrarse dos orejas iguales y está comprobado que es un elemento que no cambia con el tiempo. Ya en 1880, el Dr. Imhofer de Praga, en su artículo «El significado de la aurícula para propósitos de identificación» insiste en que las orejas pueden ser muy importantes para establecer la identidad de la persona.
La primera vez en que se describe la huella oreja como parte de un proceso de identificación se realizó en 1910 y, la primera identificación de un delincuente por huella de oreja se realizó en Suiza en 1965 por Frizh Hischi, un agente de la policía de ese país y sólo en Holanda existen más de 200 casos judiciales de identificación por unidad oreja.
En España, la primera Sentencia basada en la huella de oreja fue dictada por la Audiencia Provincial de Palencia y, desde entonces se han realizado más de 70 identificaciones positivas.
El primer caso en que se identifica un otograma en España se produce en Santander durante el año 2000, cuando se produjeron varios robos en esa capital y se encontró una huella oreja en la puerta de entrada a una de las viviendas.
Los elementos identificativos de la oreja son los siguientes:
– Meato auditivo externo
– Raíz del hélix
– Hélix
– Antehélix
– Lobulo
– Trago
– Antitrago
– Concha
– Fosa navicular
La huella de oreja se produce bajo los mismos principios que la propia huella dactilar y consiste en la reproducción en una superficie de las partes más prominentes del pabellón auricular como son el helix, antehelix, el, trago y el antitrago. Para extraer la huella se utilizarán los reactivos de revelado habituales para huella dactilar. Es habitual encontrar este tipo de huellas en el exterior de las puertas de los domicilios, pues el delincuente suele dejarla al apoyar la oreja sobre la puerta para comprobar que no hay nadie en su interior.
Para la obtención de la muestra indubitada se utiliza un cristal o metacrilato presionando este control sobre la oreja del detenido. Es la parte del proceso que puede resultar más complicado y requiere práctica a la hora de aplicar la presión adecuada para tomar la muestra.
El Cuerpo Nacional de Policía posee bases de datos de huellas de oreja en Valladolid, Palencia, Santander y Madrid. El profesor George Maat de la Universidad de Leiden propuso una clasificación para las impresiones de Antehélix que se expresan en el siguiente gráfico.
Entre otras muchas aportaciones en el campo de la criminología, la última aportación de Aitor Curiel a la criminología ha sido la creación de un sistema de clasificación de indicios por colores para la realización de Informes e Inspecciones Oculares Técnico Policiales, dependiendo de su naturaleza.
– Rojo: Para los indicios de naturaleza biológica. Manchas de sangre, pelo, esperma, fluidos orgánicos y restos óseos.
– Azul: Para los indicios balísticos, proyectiles, vainas, armas de fuego y armas blancas.
– Naranja: Para los indicios de naturaleza química, toxicológica, drogas, explosivos, acelerantes, abrasivos y materiales radioactivos o clasificados como peligrosos.
– Blanco Para los indicios lofoscopicos (huellas dactilares, palmares, otogramas) y trazas instrumentales.
– Verde: Para indicios medioambientales, tafonomía del entorno.
– Violeta: Para los indicios de naturaleza psicológica que reflejen rasgos del comportamiento y circunstancias extraordinarias
– Policromático: Para la señalización de documentos tanto en soporte tradicional de papel como soporte digital.
Al mismo tiempo que se crea este sistema de clasificación de indicios por colores el Doctor Curiel realiza una clasificación determinando la fragilidad de los indicios encontrados en tres niveles.
– Nivel de fragilidad 1 señalado con la letra “F” para cualquier indicio de naturaleza biológica, medioambiental o toxicológico y trazas instrumentales con riesgo de destrucción alteración o contaminación a partir de un día.
– Nivel de fragilidad 2 señalado con dos letras “FF” para cualquier indicio de naturaleza biológica, medioambiental o toxicológico y trazas instrumentales con riesgo de destrucción alteración o contaminación inferior a un día.
– Nivel de fragilidad 3 señalado con las letras “FFF” para cualquier indicio de naturaleza biológica, medioambiental o toxicológico y trazas instrumentales con riesgo de destrucción alteración o contaminación inmediatos.
Recientemente Aitor Curiel ha sido nombrado Decano de la Facultad de Criminología de la Universidad Isabel I, donde se puede estudiar el Grado en Criminología, lo cual es una oportunidad inigualable de poder estudiar bajo la dirección de una persona que sin duda está haciendo historia en la criminología de este país, con la creación del grado de criminología este nuevo centro, sin desmerecer a los ya existentes, no dudamos en que se va a convertir en un referente a la hora de impartir estudios de criminología tanto presenciales como on-line.