Eriqueta Martí, la asesina de niños que nunca existió

Eriqueta Martí, la asesina de niños que nunca existió

La historia y la leyenda de Enriqueta Martí se forja a través del tiempo gracias a la prensa de principios del siglo XX, había nacido en San Felliu de Llobregat en 1868, aunque a muy temprana edad se traslada a Barcelona donde en principio trabaja de niñera, aunque no tarda en empezar una carrera como prostituta, acabando en la mendicidad, aunque también se la asocia al trabajo de curandera.

 

Llegó a casarse en 1895, pero no tuvieron hijos, el matrimonio tenia constantes separaciones y reconciliaciones, cuando suceden los hechos que dan lugar a la detención de Enriqueta llevaban más de cinco años separados.

La mísera vida de Enriqueta Martí cambió drásticamente el día 27 de febrero cuando un par de policías de Barcelona con la excusa de que había sido acusada de estar criando gallinas en su casa, algo prohibido entonces, registraron su casa en el entresuelo del nº 29 de la calle del Ponent, hoy Joaquín Costa, encontrando en la misma a Teresita Guitart Congost, una niña de cinco años que había desaparecido el día 10 del mismo mes.

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Paqui, la fogosa, una asesina en serie diferente

Paqui, la fogosa, una asesina en serie diferente

El asesinato de varios miembros de la unidad familiar suele ser cometido en un solo acto criminal y rara vez se puede considerar que es cometido por un asesino en serie, sin embargo, el caso de hoy reúne todas las condiciones expresadas por el agente del F.B.I. Robert Ressler para considerarlo cometido por un asesino en serie ya que durante la investigación realizada por el Cuerpo Nacional de Policía se obtuvieron pruebas de la comisión de tres asesinatos, más otro en grado de tentativa. El mínimo imprescindible para ser considerado como asesino en serie son tres y, entre un asesinato y el siguiente existe un periodo de enfriamiento.

Cuando en 2003 suceden los hechos que llevaron a su detención, Francisca Ballesteros Maravilla, a la que le gustaba que la llamasen Paqui, era una persona bien considerada por sus vecinos, un poco introvertida, pero una buena madre que se preocupaba por el bienestar de su familia, que había nacido en 1969 en Valencia, llevaba diecisiete años casada con Antonio González Barrabino, un funcionario de prisiones de ciudad autónoma de Melilla, ocho años mayor que ella y con el que había tenido tres hijos, Sandra nacida en 1989, Florinda en 1990, que falleció a los seis meses y Antonio que nace en 1992.
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